FRED CABEZA DE VACA: EL PÍCARO MÁS UNIVERSAL




Me gusta la poesía
porque sitúa un ser
en el espacio

Respeto la filosofía
porque coloca un pensamiento
en el desierto del sinsentido

Adoro el arte
porque hace del espacio
 un ser vivo

Tiempo (2009, Pre-Textos)
V. L.  Mora


Editada por Sexto Piso, 2017. XXVIII Premio Torrente Ballester

Fred, pícaro y filósofo, es un crítico de arte que acabará convirtiéndose en el artista español más universal desde Picasso, valiéndose para ello del oportunismo, el mercadeo cultural y la aparente perspicacia creativa, desafiante, de su pensamiento y obra. Sus venturas y desventuras (de lo íntimo a lo popular, de lo sentimental a lo artístico) filtradas a través de distintas voces (notas del propio Fred; críticos, colaboradores y allegados; los apuntes ‘en marcha’ de la propia biógrafa y narradora) sirven de marco para indagar mordaz y filosóficamente en los vicios y virtudes del arte contemporáneo, la ética, la moral y las relaciones de poder institucionalizadas, la creación, la corrupción y la impostura, el sexo como pulsión creativa y esa mitomanía narcisista trending topic: el culto a la personalidad.


Pincha aquí para escuchar la reseña en HoyxHoy Bierzo



En su novela Fred Cabeza de Vaca (Sexto Piso, 2017), Vicente Luis Mora se inventa un reputado artista de vanguardia con nombre de abanderado español para hablar de arte, escritura e identidad. La (re)construcción de esta personalidad desbordante, su vida y obra, se realiza a través de los fragmentos discursivos recopilados por la narradora Natalia Santiago, especialista en la obra de Fred Cabeza de Vaca y quien prepara una biografía coincidiendo con una exposición retrospectiva en el MOMA tras su muerte (1980-2030). La novela es, formalmente, un collage de notas y textos híbridos ‘impublicable en su estado actual’, según advierte una de las voces (a un hipotético editor) a la vista del maremágnum textual. 

Variación del clásico manuscrito encontrado [en el futuro], la novela resulta ser un texto inacabado o biografía en proceso por la que la narradora, y el lector, navegan escuchando voces y relatos parciales, complementarios, contradictorios. Reelaborándolos. Durante la singladura salen a flote fardos narrativos de toda laya y se van anclando microficciones al casco: lirismos como la visión estelar de la amante invidente 54, la exégesis de un cuadro, cuentos eróticos. Mención aparte merecerían los pasajes que (re)construyen las obras (performances, instalaciones, artefactos...) del propio Cabeza de Vaca, desde el impacto de sus enfermizas muñecas o la montaña de cadáveres infectados, al icónico Siamespaña como actualización genómica del goyesco Duelo a garrotazos o la caústica Anticonstitución Española.








Resulta también reseñable, tanto por su forma como por su contenido, el epistolario entre Fred y su amante número 70, ese guasapeo analógico de notitas en el corcho que supone, además de un recurso narrativo de recapitulación y contraste, una curiosa poética de acercamiento al diálogo íntimo y amoroso: profundo, superficial y elíptico a un tiempo: alternando lo más visceral y conciso con la argumentación más oblicua y reflexiva (Me matan todas la pollas que te has comido).

La mención a tu antiguo follamigo Eduardo me/ da la razón en lo que siempre he pensado: la/ convivencia es como un arsenal de emociones/ dirigida a la acumulación de armas arrojadizas,/ construidas con delicadeza para destrozar al/ otro con una frase cuando llegue el momento/ apropiado. Aquí va la mía: ¿cuántas pastillas/ tomarás el día que muera tu madre, para no fingir/ dolor en el entierro? 
Un humor acerado permea el libro, especialmente (aunque no sólo) con retranca hacia la idiosincrasia patria. Y tal vez la aparente excentricidad cabezavaquiana de proponerle al Gobierno la deslocalización de la capitalidad nacional en plena crisis española por el intento de independencia catalana, trasladándola de Madrid a Barcelona como medida de choque que descoloque al adversario y anule sus movimientos, resuma ese filo(n) irreverente. En última instancia, quien golpea primero golpea dos veces.

Ese espíritu dicharachero no sólo se apunta ya desde una resonante línea introductoria con dicción lazarilla [Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de mi buena fortuna, Peter quiso acompañarme…], siguiéndose de inmediato con el despiadado despiece del paisanaje de un ágape sociocultural y los intereses creados al color del arte, sino que cierra la novela casi como círculo vicioso  con otro guiño a la picaresca: Peter, amigo de Fred y acompañante de éste en aquel sarao que abre la historia, pasea por una calle de Madrid poseído por una extraña hipersensibilidad derivada de las drogas que, como aquel Diablo Cojuelo desvanecía los tejados y llevaba en volandas al protagonista a ver el interior de las casas y la consecuente intimidad de los vecinos, sus miserias y grandezas, hace que Peter perciba durante su lisérgico viaje las conversaciones privadas e hipócritas razonamientos de otros transeúntes o ciudadanos, esos requiebros morales sobre los que el propio Fred ironiza en su Anticonstitución. [Existe otro estupendo pasaje sobre esa supuesta falta de ética nacional protagonizado asimismo por Peter a mitad de la novela (p. 145), donde se infiere un razonamiento lógico de cada gesto mudo que éste realiza durante un almuerzo, tras ver otra noticia de corrupción en la tele].


Entremedias, una peculiar trama documental y biográfica a modo de thriller o puzzle en pos del desvelamiento de una identidad, la arqueología de un personaje (al estilo de Ciudadano Kane, para entendernos). Dentro de ese esbozo vital deslavazado, heterogéneo que ensaya la novela, suma de barajados materiales de trabajo –y omisiones sustantivas–, tienen especial relieve ideas como la ósmosis entre realidad y ficción, su difícil deslinde en compartimentos estancos, el estatuto artístico de la misma crítica o la reflexión sobre la escritura y el deseo. La novela es una (meta)ficción caleidoscópica, virtualmente inabarcable, enfrentada a esa otra ficción aparentemente monolítica y determinista que es el Yo: ese constante estado de alerta. Una escritura autorreferencial que alberga conceptualmente la búsqueda del sentido y construcción del propio relato, la reflexión sobre la narración como magma discursivo, eso que, en el fondo, según la narradora en uno de sus esquejes, podría ser el cogollo mismo de las biografías.
11x11

El yo no es un ordenador del cuerpo
el yo no es el piloto del cerebro
el yo no es el actor ni el escenario
el yo no es un controlador al mando
el yo no es una suma de moléculas
el yo no es una red de subsistemas
el yo no es el complejo de sinapsis
el yo no es una idea metafísica
el yo no es un constructo ni un cajón
de identidades porque el yo no es más
que la continua sensación de alerta
Serie (2015, Pre-Textos)

V. L.  Mora

En resumen, la suma de voces y naturalezas heterogéneas de esos discursos fragmentarios (diarios, memorias, correspondencia privada, entrevistas y artículos del propio Fred; testimonios de allegados y colaboradores, catálogos de exposiciones o críticas artísticas; y puntualizaciones, filtrados o esquejes de la propia biógrafa) sustentan una narración polifónica, autoconsciente, que, en su médula, se cuestiona la posibilidad de condensar una personalidad desbordante (todas lo son en la práctica) en un relato coherente y fidedigno. O dicho de otro modo: ¿cómo atrapar o abarcar una vida textualmente?

He ahí la novela, una respuesta. Su ficción identitaria, su materia: el acopio (entre vacíos) que hace cosmos


Si del mítico Alvar Núñez sabemos esencialmente por sus Naufragios y comentarios, y a esas bitácoras conservadas amarramos el cabo de ‘realidad’ que sustancia a un fantasma de la España imperial del siglo XVI, fe del apócrifo y desmesurado Fred dan los legajos de esta futura biografía inconclusa que nos llega a las manos. Pero, claro, aquí todo es ficción, recordatorio que el propio Mora incluye a modo de credencial creativa al inicio del libro. Y salvaguarda, por si las moscas. Hay que cubrirse las espaldas, son tiempos complicados, híbridos pero dogmáticos. Nunca se está a salvo de ‘los literales’ y, después de todo, siempre habrá quien sintonice la emisora concluida la cabecera y crea que la Guerra de los Mundos ya ha comenzado.




Por su parte, a los jeremías y cuñados del arte contemporáneo, se los pone en cuarentena ya desde las citas que abren el volumen, balizando el peligro del eterno retorno del desencanto. 


Extracto del libro



Anotaciones, reseñas o comentarios de la novela








Entrevistas



Biblioteca Pública RNE, ‘Fred Cabeza de Vaca’: realidad y ficción, arte contemporáneo e impostura.


Entrevista sobre su obra en general con Ernesto Castro


Vicente Luis Mora, además de poeta y narrador, ejerce la crítica literaria, entre otros sitios, a través de su riguroso y reconocido blog  https://vicenteluismora.blogspot.com/ 

Comentarios